Esta imagen es una fotografía blanco y negro de autor desconocido.
Su formato es rectangular horizontal de ratio medio.
Es una imagen simple. Formalmente por que simplemente aparece medio rostro mirando a la cámara con un fondo borroso, y semánticamente porque pese a que un rostro humano dice muchas cosas para cada uno según su expresión, no da lugar a confusión ni a varias lecturas sobre lo que está fotografiado.
Su nivel de iconicidad según la escala de Justo Villafañe es 7, una fotografía en blanco y negro restablece razonablemente las relaciones espaciales en un plano bidimensional, o en otras palabras representa ajustándose bastante a la realidad aunque con las limitaciones de la bidimensionalidad y la ausencia de color.
El punto es importante en esta composición. Con su alto poder de atracción nos la dirige hacia el ojo de la chica y hacia la luz que, desenfocada, se ve como un punto blanco en el fondo.
Hay bastantes tipos de línea. Curvas en las limitaciones de las formas del rostro, poligonales en la trama de la maya en ese rostro, y mixtas en lo poco que vemos de la ropa y el contorno de la figura sobre el fondo, y otras (casi inexistentes por lo difusas que son) rectas verticales en el fondo.
Las formas adquieren volumen por las sombras y las líneas que las componen y las delimitan y están en positivo. Tres de ellas son geométricas: los círculos que forman el iris y la pupila del ojo, el otro círculo casi abstracto (no se reconoce claramente qué es, aunque podríamos decir que es una farola, algo que emite luz) en el fondo, ambas serían además formas regulares; y los cuadriláteros de la trama en la cara, que son más irregulares y algunas veces llega a ser de formas orgánicas. Las demás formas son orgánicas. A penas podríamos hablar de una interrelación de formas mediante la traslación con toque (son tangentes las unas las otras) en los rombos-cuadriláteros de la maya en el rostro, ya que son muy irregulares los unos respecto a los otros, pero se repiten como una forma desplazada.
En estas mismas formas repetidas es donde encontramos también un aparente (como ya he dicho antes, tiene deformaciones) módulo poligonal de rombos o romboides.Su formato es rectangular horizontal de ratio medio.
Es una imagen simple. Formalmente por que simplemente aparece medio rostro mirando a la cámara con un fondo borroso, y semánticamente porque pese a que un rostro humano dice muchas cosas para cada uno según su expresión, no da lugar a confusión ni a varias lecturas sobre lo que está fotografiado.
Su nivel de iconicidad según la escala de Justo Villafañe es 7, una fotografía en blanco y negro restablece razonablemente las relaciones espaciales en un plano bidimensional, o en otras palabras representa ajustándose bastante a la realidad aunque con las limitaciones de la bidimensionalidad y la ausencia de color.
El punto es importante en esta composición. Con su alto poder de atracción nos la dirige hacia el ojo de la chica y hacia la luz que, desenfocada, se ve como un punto blanco en el fondo.
Hay bastantes tipos de línea. Curvas en las limitaciones de las formas del rostro, poligonales en la trama de la maya en ese rostro, y mixtas en lo poco que vemos de la ropa y el contorno de la figura sobre el fondo, y otras (casi inexistentes por lo difusas que son) rectas verticales en el fondo.
Las formas adquieren volumen por las sombras y las líneas que las componen y las delimitan y están en positivo. Tres de ellas son geométricas: los círculos que forman el iris y la pupila del ojo, el otro círculo casi abstracto (no se reconoce claramente qué es, aunque podríamos decir que es una farola, algo que emite luz) en el fondo, ambas serían además formas regulares; y los cuadriláteros de la trama en la cara, que son más irregulares y algunas veces llega a ser de formas orgánicas. Las demás formas son orgánicas. A penas podríamos hablar de una interrelación de formas mediante la traslación con toque (son tangentes las unas las otras) en los rombos-cuadriláteros de la maya en el rostro, ya que son muy irregulares los unos respecto a los otros, pero se repiten como una forma desplazada.
En cuanto a la composición, es dinámica. No hay una uniformidad total en los elementos, hay un desequilibrio aparente.
La figura con su posición en la derecha adquiere importancia sobre el lejano y vacío fondo (desenfocado para desvincular la atracción) en el que solamente destaca, porque es diferente a su entorno, un punto blanco.
Por tanto también es una imagen asimétrica y en la que hay contraste entre el rostro y el fondo: la textura, la luminosidad de ambas partes son muy diferentes. La composición no es unitaria, se individualiza el rostro diferenciándolo totalmente del fondo por su luminosidad, textura y tamaño. Tampoco es cerrada, no hay elementos que hagan de marco o paréntesis que envuelve la composición.
Pese a todas estas diferencias entre el lado derecho e izquierdo de la imagen, el peso visual está compensado en ambas partes. Al lado derecho, que es la zona que por nuestra cultura adquiere el mayor peso, tenemos una parte muy texturada y con más de un elemento como el ojo, la nariz, la boca, la oreja… esta texturación de la maya que cubre la cara y los distintos elementos que forman parte de ella le dan un importante peso. Casi todas (menos el centro del ojo) son formas irregulares que tienen poco peso, y se sitúan más hacia la parte superior que en la inferior, donde pesarían todavía más.
Todo este peso se compensa con la segunda mitad de la fotografía, que es mucho más abstracta y no tiene formas concretas. Esta área tiene su peso en el tamaño que ocupa, la difusa texturación y un círculo casi geométrico muy luminoso en la parte superior. Este círculo y el ojo son dos puntos de fuerza.
Se delimita y encaja la imagen con un gran primer plano: corta por media frente y un poco más abajo de la barbilla, y la figura humana está de frente. El ángulo desde el que se ve es normal/medio, sin ninguna inclinación. Seguramente la o el autor ha utilizado un objetivo normal.

El sentido de lectura es inducido, empieza en el ojo y va guiándose por la forma de la cara hasta llegar a los labios, subiendo por la diagonal que hace la mandíbula y el cuello de la ropa hasta llegar al punto blanco en la zona superior izquierda y de nuevo volviendo al ojo.
Las texturas que percibimos visualmente mimetizan totalmente la realidad.
Es una foto en blanco y negro, no hay color aunque si tonos de luz.
En general hay una armonía lumínica en toda la fotografía, aunque si podríamos decir que hay tanto zonas de total luminosidad (blancas) y de ausencia de luz (negras) además muy cercanas, por ejemplo la cara y la ropa de la chica.
La clave de luz es media, hay tanto zonas muy luminosas como otras no tanto. También parece ser artificial, procedente de algún foco o lámpara. Una de las fuentes de luz es interna: en la parte superior izquierda que ilumina el fondo; y otra es externa, la que ilumina el rostro. Estas luces son difusas, se reparte de forma homogénea y no provocan sombras fuertes. La luz también es real y sin ningún carácter simbólico.
El dinamismo de la composición concuerda y complementa la expresión del rostro que se podría interpretar de sorpresa, descuido o asombro, es muy apropiado el conjunto.
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